domingo, 4 de noviembre de 2012


Libertad

Todo empezó cuando tocaste las puertas de mi corazón y con una simple mirada rompiste mi armazón. Me enamore perdidamente de ti, pues eras ese elixir prohibido que saciaba la sed de mi libido. Pureza era lo que emanabas. Todavía recuerdo la última batalla que tuvimos entre almohadas y sabanas, pero un día desperté y tú ya no estabas. Nunca volviste y me pregunte ¿Cuando fue el momento en que te perdí? ¿El instante que decidiste marcharte? Tal vez te encuentras vagando por ahí y, yo aquí extrañando: tú compañía, tus elocuencias, hasta tus manías. Estar a tu lado era como vivir una gran aventura, pero cuando no te tenía era como una intensa tortura. 

Aun recuerdo esas salidas al parque y la fotografía en mi buró que enmarque, para mirarte al despertarme. Tú cara tenía un resplandor muy especial, pues eras totalmente natural y estabas muy lejos de ser una mujer superficial. Siempre estabas llena de euforia, pero a la vez repleta de fobias. Decías que no me metiera en líos, pero aunque lo hiciera tú siempre estabas ahí, pues incluso me cobijabas de intensos fríos. 

No dejo de pensar lo que repudiabas: la esclavitud, la violencia y sobre todo detestabas aquellas personas que a niños les robaban su inocencia. Hablábamos de tener una relación vitalicia, además de sanar  todos esos corazones llenos de malicia. Estabas harta de que la gente te tomara como un estandarte en un mundo donde el mal abunda y la muerte es alarmante. Tú autenticidad es única, pues no he encontrado a nadie que se te parezca en toda esta República.

Me encantaba tú caridad e inclusive me sorprendía ese nivel de seguridad que tenías. Eras tan dulce que al hablar cada palabra venia con un toque de miel. Te amaba a pesar de que me eras infiel, pero sabía que tu deber era también estar con los demás para cambiar su mentalidad y plantarles la palabra libertad, pues eso me hizo apreciarte a un más.

Tú fuiste mi fuente de inspiración para escribir miles de textos y la misma que me enseño aguardar la postura en los momentos más tensos. Nunca olvidare esos tiempos mágicos que pase contigo ni cuando lloraste en esos lapsos trágicos. Siempre tendré muy presente tú belleza y tú singular esencia natural. Hoy te tengo que dejar ir aunque no quiera y decirte hasta luego, porque es tú funeral.

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